Ayer vi la película “Ella y el candidato” y hay algunas escenas en las que aparece una asesora de imagen que se integra al equipo de campaña. Su intervención se circunscribe a la apariencia física del candidato, le quita la corbata y le aconseja lucir más accesible, más cercano a la gente a través de los mensajes que envía su ropa y su expresión corporal.
Quiero decirles que sí, que un Consultor en Imagen Pública (CIP) también se ocupa de la apariencia física y de los mensajes que transmiten las prendas; eso es importante porque la ropa es nuestra piel pública. Sin embargo, el trabajo de un CIP es más serio y profundo que los que los medios dejan ver.
Un plan integral de imagen toma en consideración los factores internos y externos que conforman el escenario de competencia política, integra y articula todos los estímulos verbales y no verbales a fin de presentar una estrategia coherente que incentive el posicionamiento y éxito electorales.
Si eres una persona interesada en el ejercicio del poder y la influencia toma en cuenta que las imágenes tienen el potencial para crear emociones y sentimientos positivos que te abrirán las puertas, pero asegúrate que el profesional que te asesore sea un consultor certificado.