En un año de elecciones será interesante identificar las tácticas de imagen utilizadas por los diversos candidatos para parecer más atractivos ante los electores. Hoy les voy a hablar de la táctica del auto-engrandecimiento, cuya finalidad es hacer énfasis en sus logros y en sus cualidades personales para que los ciudadanos los consideren competentes. Ustedes podrán apreciar que entre más importante sea el cargo al que aspiran, más exagerada será la autopromoción.
Quiero decirles que todos recurrimos a las tácticas de imagen, pues la gestión de la imagen es un fenómeno universal, pero hay diferencias en la forma, frecuencia y éxito en su uso; por ello es importante aprender a utilizarlas y a elegirlas estratégicamente, ya que su uso indiscriminado y sin criterio puede ser contraproducente.
¿Quiénes de ustedes recuerdan que después de la elección de Vicente Fox salió a la luz que, contrariamente a lo que decía su biografía oficial, no había estudiado en la Universidad de Harvard, ni se había graduado en Administración de Empresas?
Como comentas, la estrategia es primordial, porque de todas maneras al final del día o de la campaña, se conoce realmente a la persona y como cada vez estamos más enterados, o se habla con la verdad o se habla con la verdad.
Sabemos claramente del poder de las redes sociales y ni una imagen excelente puede salvarlos.
saludos
A mi me preocupa la polarización de la percepción de los candidatos, por un lado una crítica mordaz, hiriente, hacía cada uno de ellos, como si la moda fuese ir en contra de cualquier propuesta de estos y descalificarlos en lo general, burlarnos un poco en las redes sociales como si tuviesemos la autoridad suficiente, a veces como un abuso de nuestra libertad de expresión utilizada con poca mesura y una propuesta de nuestra parte nula, es decir un mecanismo de defensa, con el cual descalifico y me doy licencia para no participar o hacer aportación alguna de mejora en esta nuestra patria. Y por otro la gran inmensa mayoría que votaremos por el encanto de la imagen o del discurso mágico que nos pudiese encantar, dejando de lado nuestra cruda realidad.