Me asusta que este precepto se cumpla una y otra vez. El caso Moreira es el típico del gobernante que juega con los principios psicológicos de la distracción y de la confusión; sus aparentes gestos nobles fueron una cortina de humo para ocultar sus verdaderos propósitos. Es un jugador que sabe que la gente tiene la necesidad de creer en gestos nobles y aceptarlos como genuinos, lo que impide a las personas notar cuán engañosos pueden ser. Como consultora en Imagen Pública compruebo que el primer instinto del ser humano es siempre creer en las apariencias y saben ¿por qué? Entre otras razones, porque en nuestro cerebro existe algo que se conoce como “avaro cognitivo”.