Hace tiempo un canal de televisión en México me invitó a participar como jurado en un programa de debate, el tema abordado fue: “A favor o en contra de utilizar uniformes en la oficina”. La opinión de la audiencia estuvo dividida, incluso percibí que había más personas en contra del uso de uniforme. Se esgrimieron argumentos en contra como estos.

“Si no hay necesidad de usar uniforme dentro de la oficina, mejor no usarlos”; “El uniforme quita más de lo que aporta”. “Imagina todos los días de tu vida mismo color, misma textura, misma forma”. “Creo que es un mal necesario para homologar una imagen al exterior, pero al interior no, porque anula la libertad de decidir qué ponerte”.
Las expresiones a favor giraron en torno a lo siguiente: “Cuando una persona quiere entrar a una empresa es porque comparte los valores”. “Tiene que ver con lo que queremos comunicar”. “Es difícil no proyectar una imagen”. “Al interior de la empresa la vestimenta también manda mensajes como solemnidad y poder, al tiempo que establece las reglas del juego”. “La vestimenta cumple una función como herramienta de trabajo”. “Un código uniforma aún en la no uniformidad”.
Hace unos días, una persona que trabajó en un importante banco en México me dijo que no le gustó usar uniforme por dos razones fundamentales: 1) todos los empleados usaban las mismas prendas, sin importar si eran cajeros o gerentes, y esa falta de diferenciación le parecía incorrecta; 2) la calidad de la ropa, el ajuste y el diseño eran de baja calidad, lo que le impedía sentirse orgullosa de portarla. Agregó que otros compañeros estaban contentos porque no tenían que gastar en comprar ropa.

El tema de la vestimenta, especialmente la de negocios, es más que nuestra piel pública, es un lenguaje que tiene el poder de persuasión y también de disuasión. En alguna Navidad entré a una tienda para comprar un regalo, buscaba un suéter, entonces pregunté a una joven que estaba a mi lado si había una talla más grande; me respondió que no trabajaba en la tienda. Me apenó mucho haberla confundido con una empleada. ¿Les ha pasado que entran a un negocio y no saben quién puede atenderlos? Pues a mi me ha ocurrido más de una vez. Si no sabes quién puede atenderte porque no hay manera de identificar a los empleados, esas confusiones son usuales. Mi primera impresión en esa tienda no fue la mejor y por detalles como ese se formulan juicios desfavorables que se reflejan en bajas ventas. Cuando se comprende que los colaboradores desempeñan un rol crítico en atraer y mantener a los clientes se aquilata la importancia de la imagen.

Los departamentos de personal en Las Vegas son altamente cuidadosos en la selección de su personal, la gente tiene que parecer lo que es, y ese es uno de los motivos por los cuales en Las Vegas es de primera importancia todo lo que tiene que ver con uniformes. No dejan nada a la suerte ni al criterio, de tal manera que todos los uniformes de los grandes hoteles son lavados, planchados y supervisados para que nunca estén sucios, arrugados, manchados o en mal estado.

El Instituto Disney reconoce que la clave para la prosperidad de un negocio está en su fuerza de trabajo, en su entrenamiento y desarrollo. Disney viste al personal para la entrega del servicio, contrata personas que tienen el perfil físico correcto y la disposición para ofrecer el mejor servicio al cliente. Sin excepción ningún empleado puede empezar a trabajar si su apariencia personal no cubre el perfil con el cuidado de todos los detalles de la vestimenta y aliño. Ningún detalle de su apariencia puede ser modificado ni debe ser tomado a la ligera. El tema de la vestimenta implica poner atención a los detalles y entender las expectativas de los clientes. Las personas que allí trabajan son informadas sobre las normas de apariencia antes de que llenen su solicitud de empleo.

Los ejemplos anteriores sirven como referencia para destacar las siguientes conclusiones sobre el uso del uniforme.
- Si el uniforme resulta necesario para cumplir con los objetivos que persigue la organización, entonces se convierte en un instrumento que permite alcanzar el fin último de la empresa, la rentabilidad.
- En otros casos cumple una función de protección y seguridad en el trabajo (lentes, mascarillas, caretas, zapatos, guantes, cascos, etcétera).
- Si el empleado no se siente a gusto con el uso del uniforme, entonces esa empresa no es la adecuada para él y viceversa.
- El trabajador debe estar consciente no solo de la apariencia que debe asumir, sino también desempeñar adecuadamente su trabajo para ejercer el máximo efecto y aportar valor a la organización.
El tema de la vestimenta en el trabajo, así como otros relevantes para las empresas desde la lógica de la imagen los puedes encontrar en el libro “La imagen aplicada a las ventas”. La decisión de que los empleados porten o no uniforme está tus manos, de cualquier forma la gente se formará una imagen, te ocupes de ella o no. En IQGV sabemos cómo ayudarte a mejorar la imagen profesional de tu negocio.