Un traje a cuadros brinda variedad al guardarropa, refresca la apariencia y está en tendencia. Puede usarse para acudir a una cita de noche en un restaurante elegante, una boda informal o simplemente para sentirte bien. Algunos fabricantes usan telas con elastano a fin de que el traje tenga flexibilidad y elasticidad, lo cual es necesario cuando hablamos de un traje skinny. Si tienes el cuerpo para lucir un atuendo a cuadros, es el momento de usarlo.
¿Qué es la elegancia? Para mi la elegancia se manifiesta en líneas puras, proporciones precisas y movimientos delicados; es instintiva y atemporal.
Una expresión de la elegancia puede observarse en Royal Ascot, un evento tradicional donde además de disfrutar carreras de caballos, se convierte en el escenario perfecto para lucir tanto la ropa como los sombreros y tocados más refinados y espectaculares. El Royal Meeting se celebra cada año desde 1771 y reúne a los miembros de la Corona y a buena parte de la nobleza británica. La reina Isabel II se perdió el primer día del evento, pero dado que uno de sus caballos participará más adelante, es probable que asista en los días siguientes.
Este año Royal Ascot comenzó el 15 de junio y asistieron los príncipes de Gales, la princesa Ana y los condes de Wessex. Algo destacable son las reglas de etiqueta en el hipódromo de Ascot, las cuales varían según el recinto al que se asiste.
Chaqué
La elegancia del evento es una oportunidad para reinventarse y los detalles realzan la armonía de quien viste. Es obligatorio para los caballeros usar chaqué[1] (negro, gris o azul marino) que debe incluir chaleco, corbata y sombrero de copa negro o gris, así como zapatos negros con calcetines largos.
En el caso de las mujeres es requisito vestir ropa formal en el Recinto Real, no se permiten vestidos sin tirantes, cuello halter, tirantes estrechos, ni mangas transparentes. Lo extraordinario son los sombreros, a mi me encantan y cada año busco imágenes del evento.
Alguna vez leí que la ropa no nos cubre, nos descubre. Nuestra apariencia dice mucho más de nosotros de lo que sospechamos. Es capaz de abrirnos muchas puertas y de cerrarnos otras, y Royal Ascot es un ejemplo; las reglas de vestimenta son muy claras, al grado que puede impedirse el acceso a una persona que acude inapropiadamente vestida. Así que no basta con tener “una buena posición social para asistir a estas carreras de caballos, también hay que cumplir con unas estrictas normas de vestimenta”[2].
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Fotos: Glam Star, Royal Ascot, Berkshire.
[1] El chaqué es un vestuario de ceremonia de día: normalmente se usa en las bodas de mañana y hasta el atardecer. No es un traje de noche.
En la corte de Luis XIV cualquier persona que el rey decidiera mirar ascendía de inmediato en la escala jerárquica de la corte. Los cortesanos sabían que tenían que hacerse ver, y para ello ponían gran atención en su aspecto físico y luego buscaban la forma de crear un estilo y una imagen que los hiciera sobresalir.[1]
Salvador Gracian decía que: “por lo general la verdad se ve y muy rara vez se oye.” Una imagen se impone por sí misma, produce asociaciones impactantes, comunica al instante y se constituye como un instrumento fundamental de la persuasión. La imagen pública es el resultado de la forma y el fondo, es comunicación y es percepción, y en el proceso de la percepción intervienen factores como: prejuicios, capacidad cognitiva, circunstancias, cultura, expectativas y motivaciones de los individuos. Estos principios aplican para todo y en un año de elecciones será muy importante estar atentos para descubrir las tácticas utilizadas por los diversos candidatos para parecer más atractivos ante los electores. Aquí algunas consideraciones.
Si bien no se puede influir directamente sobre la conducta de las personas, sí es posible influir sobre las imágenes que reciben.
El estereotipo del político forma parte de un conocimiento aparente de la realidad que no es fácil de cambiar, el cual se refuerza o se desvanece a partir de los estímulos que la clase política transmite. Dado el estereotipo (generalmente negativo) que se tiene de los políticos, es fácil que la gente satanice sus errores.
La imagen pública es un recurso, una herramienta, un proceso y un método para acceder el poder; y de la calidad de la imagen dependerá el poder que pueda generar.
El poder de las imágenes está en su capacidad para generar actitudes que influyen en la percepción de la realidad.
Las tácticas de agrado pagan porque generan sentimientos de buena voluntad, persuaden y crean ilusiones convincentes, y ello concede ventajas.
El uso intensivo de las tácticas de agrado no garantiza el éxito.
Para ganar credibilidad es necesario que las acciones valgan más que las palabras.
Conocer al público es clave para alcanzar y conservar el poder, pues quien vive en una fortaleza pierde contacto con la fuente de su poder.
Cuanto más difícil sea para la gente comprobar la veracidad de las palabras, más probabilidades habrá de que los políticos exageren.
Es necesario elegir estratégicamente las tácticas de agrado, debido a que el uso indiscriminado puede ser contraproducente.
Corolario: No se puede alcanzar el poder si se ignoran las imágenes.
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[1] Robert, Greene. (1999). Las 48 leyes del poder. Buenos Aires: Atlántida.
¿Alguna vez has pensado en el efecto que produce en las personas tu manera de comportarte en la mesa? Dicen que “en la mesa se conoce al caballero”. En los ámbitos social y profesional los alimentos tienen un papel primordial, la comida está en todo acto importante, tiene que ver con todo.
Las reglas de etiqueta en la mesa presentan variantes en función de si eres anfitrión o invitado, si se trata de un evento social o de negocios, si es en tu casa o fuera de ella; o bien, si tiene lugar en un acto oficial. En esta ocasión hablaré de algunas pautas cuando eres invitado.
Al recibir la invitación lo primero es agradecer y luego confirmar tu asistencia.
Es por demás decir que hay que llegar temprano, pues ello habla de respeto y consideración a los demás.
Como invitado debes esperar a que el anfitrión te señale tu sitio, si no lo hace, elige tú el lugar.
Se sirve por la izquierda y se remueven los platos por la derecha.
Las copas se llenan por la derecha.
Los tenedores a la izquierda del plato.
El cuchillo y la cuchara de sopa al lado derecho del plato.
La servilleta estará del lado izquierdo de los tenedores, en algunos restaurantes la colocan encima del plato.
No pretendas pedir el vino si el anfitrión no te lo solicita.
La elección del plato es una manera de expresar tu personalidad y ello puede influir en la percepción que el anfitrión y los otros invitados se formen de ti.
Espera a que el anfitrión ordene la comida para que sigas la pauta marcada por él, si no lo hace elige platos de un precio moderado; si el anfitrión te propone algo más caro acepta su sugerencia, tal vez quiere halagarte.
Si la comida o el vino lo ameritan, haz un comentario positivo pero sin exagerar.
No reclames al camarero ni muestres tu enojo, dirígete a él con discreción para pedir algo.
Nunca usar los palillos de dientes, las uñas o la servilleta para remover la comida de los dientes.
No maquillarse en la mesa.
¿Por qué están de moda los cursos de etiqueta? Las empresas globales se han dado cuenta que los conocimientos académicos no son garantía de éxito, así que están inscribiendo a sus dirigentes y a los nuevos graduados en los cursos de etiqueta, protocolo e imagen.
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¿Sabes qué dice la 5ª Ley del Poder? “Si todo depende de su imagen, defiéndala a muerte”.
Hace tiempo un canal de televisión en México me invitó a participar como jurado en un programa de debate, el tema abordado fue: “A favor o en contra de utilizar uniformes en la oficina”. La opinión de la audiencia estuvo dividida, incluso percibí que había más personas en contra del uso de uniforme. Se esgrimieron argumentos en contra como estos.
“Si no hay necesidad de usar uniforme dentro de la oficina, mejor no usarlos”; “El uniforme quita más de lo que aporta”. “Imagina todos los días de tu vida mismo color, misma textura, misma forma”. “Creo que es un mal necesario para homologar una imagen al exterior, pero al interior no, porque anula la libertad de decidir qué ponerte”.
Las expresiones a favor giraron en torno a lo siguiente: “Cuando una persona quiere entrar a una empresa es porque comparte los valores”. “Tiene que ver con lo que queremos comunicar”. “Es difícil no proyectar una imagen”. “Al interior de la empresa la vestimenta también manda mensajes como solemnidad y poder, al tiempo que establece las reglas del juego”. “La vestimenta cumple una función como herramienta de trabajo”. “Un código uniforma aún en la no uniformidad”.
Hace unos días, una persona que trabajó en un importante banco en México me dijo que no le gustó usar uniforme por dos razones fundamentales: 1) todos los empleados usaban las mismas prendas, sin importar si eran cajeros o gerentes, y esa falta de diferenciación le parecía incorrecta; 2) la calidad de la ropa, el ajuste y el diseño eran de baja calidad, lo que le impedía sentirse orgullosa de portarla. Agregó que otros compañeros estaban contentos porque no tenían que gastar en comprar ropa.
El tema de la vestimenta, especialmente la de negocios, es más que nuestra piel pública, es un lenguaje que tiene el poder de persuasión y también de disuasión. En alguna Navidad entré a una tienda para comprar un regalo, buscaba un suéter, entonces pregunté a una joven que estaba a mi lado si había una talla más grande; me respondió que no trabajaba en la tienda. Me apenó mucho haberla confundido con una empleada. ¿Les ha pasado que entran a un negocio y no saben quién puede atenderlos? Pues a mi me ha ocurrido más de una vez. Si no sabes quién puede atenderte porque no hay manera de identificar a los empleados, esas confusiones son usuales. Mi primera impresión en esa tienda no fue la mejor y por detalles como ese se formulan juicios desfavorables que se reflejan en bajas ventas. Cuando se comprende que los colaboradores desempeñan un rol crítico en atraer y mantener a los clientes se aquilata la importancia de la imagen.
Los departamentos de personal en Las Vegas son altamente cuidadosos en la selección de su personal, la gente tiene que parecer lo que es, y ese es uno de los motivos por los cuales en Las Vegas es de primera importancia todo lo que tiene que ver con uniformes. No dejan nada a la suerte ni al criterio, de tal manera que todos los uniformes de los grandes hoteles son lavados, planchados y supervisados para que nunca estén sucios, arrugados, manchados o en mal estado.
El Instituto Disney reconoce que la clave para la prosperidad de un negocio está en su fuerza de trabajo, en su entrenamiento y desarrollo. Disney viste al personal para la entrega del servicio, contrata personas que tienen el perfil físico correcto y la disposición para ofrecer el mejor servicio al cliente. Sin excepción ningún empleado puede empezar a trabajar si su apariencia personal no cubre el perfil con el cuidado de todos los detalles de la vestimenta y aliño. Ningún detalle de su apariencia puede ser modificado ni debe ser tomado a la ligera. El tema de la vestimenta implica poner atención a los detalles y entender las expectativas de los clientes. Las personas que allí trabajan son informadas sobre las normas de apariencia antes de que llenen su solicitud de empleo.
Los ejemplos anteriores sirven como referencia para destacar las siguientes conclusiones sobre el uso del uniforme.
Si el uniforme resulta necesario para cumplir con los objetivos que persigue la organización, entonces se convierte en un instrumento que permite alcanzar el fin último de la empresa, la rentabilidad.
En otros casos cumple una función de protección y seguridad en el trabajo (lentes, mascarillas, caretas, zapatos, guantes, cascos, etcétera).
Si el empleado no se siente a gusto con el uso del uniforme, entonces esa empresa no es la adecuada para él y viceversa.
El trabajador debe estar consciente no solo de la apariencia que debe asumir, sino también desempeñar adecuadamente su trabajo para ejercer el máximo efecto y aportar valor a la organización.
El tema de la vestimenta en el trabajo, así como otros relevantes para las empresas desde la lógica de la imagen los puedes encontrar en el libro “La imagen aplicada a las ventas”. La decisión de que los empleados porten o no uniforme está tus manos, de cualquier forma la gente se formará una imagen, te ocupes de ella o no. En IQGV sabemos cómo ayudarte a mejorar la imagen profesional de tu negocio.
El Hotel Sky, en Sudáfrica, ha incorporado la tecnología más avanzada para optimizar las experiencias de sus huéspedes. Sus robots pueden llevar el servicio al cuarto, brindar información y transportar el equipaje. El uso de la inteligencia artificial pone a éste y otros hoteles a la vanguardia en la atención al cliente.
Si lo que se busca es provocar asociaciones positivas y conductas de apoyo para vender y ser rentables, la idea de invertir en robots habrá de contribuir a mejorar la percepción y posicionamiento de Sky, pues a nuevas situaciones, nuevas soluciones. Otra compañía que ha considerado la salud de sus clientes es Delta Air Lines, la cual adquirió tecnología para pagar sin ningún tipo de contacto las compras que se hagan a bordo del avión.
La imagen que proyectan dichas empresas con sus estrategias las ayudará a diferenciarse y conseguir que los clientes tengan una imagen concisa y reconocible. Está demostrado que la percepción que las personas tienen de una compañía impacta en la rentabilidad, de tal manera que el posicionamiento en el mercado no es otra cosa que la imagen que las personas tienen de las cosas, derivada de la experiencia y los mensajes recibidos.
En el mercado existen múltiples cursos y bibliografía sobre las ventas y el servicio al cliente, te invito a leer el libro “La imagen aplicada a las ventas”. Lo novedoso y el valor de esta propuesta es el tratamiento del tema desde la lógica de la Ingeniería en Imagen Pública. Para empezar, una buena imagen siempre facilitará las ventas; además, aunque parezca exagerado, todos estamos en el negocio de la imagen. Este libro puede ayudar a tu negocio a gestionar su imagen, uno de los intangibles empresariales con mayores ventajas en términos de competitividad y diferenciación.
Antes del Covid-19 se observó una tendencia a relajar los códigos de vestimenta, los hombres empezaron a usar ropa menos formal y la corbata fue perdiendo terreno. Con la pandemia se ha privilegiado la comodidad y abandonado la formalidad, al menos por algún tiempo. Dado que hay menos razones para ponerse un traje, los zapatos de vestir tampoco se venden, así que las empresas que se dedicaban a la producción de trajes planean ofrecer un surtido informal de negocios que se adapte a las necesidades actuales.
El traje clásico ha sido un símbolo de la elegancia masculina porque ayuda a comunicar mensajes de poder, refinamiento y autoridad. Ello se debe a que la vestimenta sirve como un medio de comunicación no verbal que apoya el rol que desempeñamos y, lo más importante, estimula la mente de las personas para influir en su conducta.
La ropa es un lenguaje que nos da información sobre quien la porta. Es difícil conocer a golpe de vista la esencia de una persona, pero sí podemos imaginar cómo puede ser una persona a través de su vestimenta. Comprar por comprar no tiene sentido, te invito a considerar tus prendas como un medio de comunicación para estimular la mente de los demás e influir en su comportamiento hacia ti.
¿El traje dejó de ser la vestimenta por excelencia en el ámbito laboral? ¿Tú qué opinas?