
En la corte de Luis XIV cualquier persona que el rey decidiera mirar ascendía de inmediato en la escala jerárquica de la corte. Los cortesanos sabían que tenían que hacerse ver, y para ello ponían gran atención en su aspecto físico y luego buscaban la forma de crear un estilo y una imagen que los hiciera sobresalir.[1]
Salvador Gracian decía que: “por lo general la verdad se ve y muy rara vez se oye.” Una imagen se impone por sí misma, produce asociaciones impactantes, comunica al instante y se constituye como un instrumento fundamental de la persuasión. La imagen pública es el resultado de la forma y el fondo, es comunicación y es percepción, y en el proceso de la percepción intervienen factores como: prejuicios, capacidad cognitiva, circunstancias, cultura, expectativas y motivaciones de los individuos. Estos principios aplican para todo y en un año de elecciones será muy importante estar atentos para descubrir las tácticas utilizadas por los diversos candidatos para parecer más atractivos ante los electores. Aquí algunas consideraciones.
- Si bien no se puede influir directamente sobre la conducta de las personas, sí es posible influir sobre las imágenes que reciben.
- El estereotipo del político forma parte de un conocimiento aparente de la realidad que no es fácil de cambiar, el cual se refuerza o se desvanece a partir de los estímulos que la clase política transmite. Dado el estereotipo (generalmente negativo) que se tiene de los políticos, es fácil que la gente satanice sus errores.
- La imagen pública es un recurso, una herramienta, un proceso y un método para acceder el poder; y de la calidad de la imagen dependerá el poder que pueda generar.
- El poder de las imágenes está en su capacidad para generar actitudes que influyen en la percepción de la realidad.
- Las tácticas de agrado pagan porque generan sentimientos de buena voluntad, persuaden y crean ilusiones convincentes, y ello concede ventajas.
- El uso intensivo de las tácticas de agrado no garantiza el éxito.
- Para ganar credibilidad es necesario que las acciones valgan más que las palabras.
- Conocer al público es clave para alcanzar y conservar el poder, pues quien vive en una fortaleza pierde contacto con la fuente de su poder.
- Cuanto más difícil sea para la gente comprobar la veracidad de las palabras, más probabilidades habrá de que los políticos exageren.
- Es necesario elegir estratégicamente las tácticas de agrado, debido a que el uso indiscriminado puede ser contraproducente.
Corolario: No se puede alcanzar el poder si se ignoran las imágenes.
Si estás interesado en conocer las reglas del juego de la imagen pública, envía un mensaje a imagenquegeneravalor@gmail.com
[1] Robert, Greene. (1999). Las 48 leyes del poder. Buenos Aires: Atlántida.