A propósito de la nueva imagen gráfica del estado de México, quiero dar mi punto de vista desde la lógica de la reputación.
No importa el monto del presupuesto que se dedique a la publicidad, ésta no va a rendir los frutos deseados si la comunicación conductual contradice lo enunciado. La publicidad y las relaciones públicas son herramientas valiosísimas, pero a los gobiernos se les juzga por lo que hacen, no por lo que dicen que son; por lo tanto, la creencia de que se puede recurrir únicamente a la publicidad para mejorar su imagen ha probado ser un elemento pernicioso. En ocasiones es difícil convencer a los gobernantes de que las frases hechas y el logo son sólo un recurso y que la reputación debe ganarse.